Las tecnologías digitales pueden contribuir a la lucha para frenar el cambio climático, afirma el informe publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las ONU (IPCC). Sabemos que las energías limpias y la transición hacia el vehículo eléctrico son la clave para frenar esta tendencia, pero nuestros propios hogares podrían ser una herramienta muy útil para optimizar y reducir el consumo eléctrico de toda la red gracias al IoT, los dispositivos inteligentes y la intercomunicación entre redes. Una vez más, la electrónica y el desarrollo de productos inteligentes están en el centro de atención.
El mundo necesita un cambio de actitud respecto a la sostenibilidad, y tiene que ser ya. Tal y como se puso de manifiesto en la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26), la actividad humana está provocando un cambio sin precedentes y potencialmente irreversible en nuestro medio ambiente, impulsado por nuestra producción de emisiones nocivas y el consumo excesivo de energía. Nada nuevo bajo el sol, pero esta vez los expertos destacan que la tecnología necesaria para dar grandes pasos en esta lucha ya se encuentra entre nosotros.
Para evitar un cambio climático tan intenso, al que seres humanos y ecosistemas tendríamos serias dificultades para adaptarnos, debemos reducir a la mitad la contaminación que calienta el planeta en esta década. Cientos de científicos climáticos de renombre que han elaborado el informe de la IPCC reclaman que esas emisiones toquen techo antes de 2025, hasta que sean virtualmente inexistentes en 2050. Cumplir esos objetivos implica cambios importantes en la forma de alimentar nuestros hogares y dispositivos. No solo tenemos que sustituir los combustibles fósiles por energía limpia, sino que en primer lugar tenemos que utilizar menos energía, y hacerlo de la forma más eficiente posible.
Tenemos un problema, pero también la solución: los dispositivos inteligentes
Sin embargo, según afirma David Attenborough, el afamado divulgador experto en temas medioambientales, “tenemos un problema, pero al fin y al cabo, también somos los mejores solucionadores de problemas que hay en la Tierra. Juntos vamos a tener que aprender cómo lograrlo, asegurándonos de que nadie se quede atrás”. Según el naturalista, las tecnologías que utilizamos para monitorizar y controlar nuestro consumo de energía están llamadas a cumplir un papel fundamental en nuestros esfuerzos para frenar el cambio climático.
Los usuarios necesitan herramientas que les ayuden a entender mejor de dónde procede la energía que consumen, conocer cuánta consumen y colaborar en la creación de una red eléctrica más flexible. Ahí es donde los dispositivos inteligentes podrían intervenir. Si en el futuro están conectados a una red inteligente, alimentada por energía limpia, pueden trabajar conjuntamente para reducir tanto el consumo como la contaminación. El principio teórico está ahí, y a pequeña escala podemos comprobar su eficacia: la domótica ha logrado reducir sustancialmente el consumo de los hogares inteligentes. Ahora la práctica pasa por trasladar este concepto de hogar inteligente a toda una red eléctrica.
Los dispositivos inteligentes optimizan el consumo eléctrico
La tecnología necesaria para alcanzar tales objetivos ya estaría a nuestro alcance. Los costes de la energía solar y eólica, así como de las baterías para almacenar las energías renovables ya han bajado hasta un 85% desde 2010. Dentro de este arsenal tecnológico que tenemos a nuestra disposición, los contadores inteligentes por ejemplo se convertirán sin duda en una herramienta indispensable para el desarrollo de un futuro más sostenible.
La utilidad de estos dispositivos reside en su capacidad para proporcionar al usuario datos en tiempo real sobre su consumo de energía. De esta manera, el usuario puede entender qué energía utiliza, cómo la utiliza y, lo que es más importante, cómo podría consumirla mejor. Además de ayudar a empresas y hogares a consumir de forma más eficiente, la instalación generalizada de contadores inteligentes ofrece la posibilidad de alcanzar un nivel de eficiencia energética inédito en forma de una red de energía inteligente.
Redes eléctricas inteligentes
A diferencia de las redes energéticas tradicionales, las redes inteligentes utilizan diferentes tecnologías como contadores inteligentes, sensores y sistemas interconectados para optimizar el funcionamiento y consumo general de toda una red eléctrica. En este sentido, en Bizintek tenemos una certeza: una red limpia tendrá que ser inevitablemente inteligente. Este sistema podría estar en constante comunicación con los dispositivos inteligentes domésticos, como los termostatos, las neveras o cualquier otro aparato. Se trataría de una herramienta especialmente útil a la hora de equilibrar la oferta y la demanda de energía eólica y solar, que fluctúa en función de las condiciones meteorológicas.
Y lo que es aún mejor, la energía almacenada en las baterías de hogares y dispositivos podría convertirse en una planta eléctrica virtual. Es decir, se podría recurrir a esa energía en tiempos de escasez para repartirla por toda la red, adecuando el consumo y la oferta en cada momento.
Lo mismo puede hacerse con paneles solares y baterías repartidos por las ciudades, pero en comunicación entre ellos y con las compañías eléctricas. Además, estas plantas eléctricas virtuales podrían dejar definitivamente de lado las centrales de gas que tradicionalmente han intervenido para proporcionar un exceso de energía cuando se necesitaba. No obstante, para que el concepto de una red eléctrica inteligente se haga realidad, es crucial que los dispositivos inteligentes de toda la red se rijan por dos principios esenciales: una conectividad fiable y una ciberseguridad adecuada, y aún estamos lejos de poder garantizar estos requisitos a gran escala.
Evitar que los dispositivos inteligentes se sumen al problema
Si bien estas posibilidades resultan apasionantes, el nuevo informe sobre el clima destaca algunas limitaciones. “La tecnología digital favorece la descarbonización únicamente si se administra adecuadamente”, añaden los autores del informe. Los residuos electrónicos son un problema creciente y muchos países aún carecen de políticas para evitar que los dispositivos inteligentes obsoletos se conviertan en montones de basura tóxica. Además, los productos electrónicos deben diseñarse para que sean más duraderos, con el fin de reducir tanto los desechos como la contaminación por gases de efecto invernadero asociada al transporte y la fabricación de nuevos dispositivos.
Obviamente, los hogares conectados y los dispositivos inteligentes no salvarán el planeta por sí solos, pero con una planificación cuidadosa, podrían aportar su granito de arena.